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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

versal, que todo lo hace perfectamente. Del mismo modo ha sido siempre, y eternamente sucederá otro tanto. Pues por qué dices que desde el principio se hizo todo malamente, y que también irá mal todo en lo sucesivo?[1] ¿Acaso entre tantos dioses no se halló jamás fuerza alguna que corrigiese este desorden sino que el mundo se ha visto condenado á estar en vuelto en males interminables? Observa que la pútrida materia que en cada cosa sirve de basa, viene á ser agua, polvo, huesecillos y sordidez; si no repara de nuevo que los mármoles son unos callos de la tierra; el oro y la plata, heces de la misma; el vestido no es más que un tejidillo de pelos; la púrpura no es otro que un poco de sangre de cierta especie de concha, y en esta forma todo lo demás: también el alma del universo es otra tal, que gusta de andar mudándose de unos cuerpos en otros.

Basta ya de vida llena de calamidades, lamentos y fingidas adulaciones. Por qué te turbas? ¿qué cosa de éstas te llega de nuevo? qué te saca de juicio? ¿Acaso la forma? vela ahí; mírala bien. Por ventura la materia? aquí está, examínala á fondo: fuera de esto nada más hay. Pero ya es tiempo que alguna vez seas más sincero y de mejor correspondencia con los dioses; siendo lo mismo el haber inquirido semejantes cosas por cien años ó por tres.

Si es que alguno ha delinquido[2], en eso está su mal; pero quizá no pecó: y así suspende el juicio.

[1] Los estoicos admitfan una divinidad de primer orden, una anima universalis intellectu prædita; con todo, llenaban el universo de otras divinidades de segunda clase.

[2] La doctrina más bien parece evangelica que estoica,


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1