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MORALISTAS GRIEGOS.

entre los hombres; y éstos son ciertas almas pequeñitas que sobre sus hombros llevan unos muertos; de suerte que así puede representársenos con mayor viveza lo de la Necia de Homero.

Acércate á ver la cualidad de la forma, y separándola de la materia, contémplala atentamente; después ponte á determinar el tiempo que á todo más podrá naturalmente subsistir la sustancia así formada y dispuesta.

Has tenido mil cosas que sufrir á causa de no hallarte satisfecho de tu alma, haciendo ella lo que correspondía á su natural estado. Pero baste ya, no incurras más en esa falta.

Cuando otros te vituperaren, ó te aborrecieren ó profirieren contra tí cosas de esta clase, éntrate por el alma de esos tales, penetra su interior y mira quiénes son al cabo; verás que no conviene angustiarte por lo que ellos piensen y digan de ti; antes bien, es razón tenerles buena ley, siendo realmente tus amigos por naturaleza. A más de que también los dioses les favorecen de todos modos, ya por medio de sueños[1], ya por medio de oráculos aun en aquellas cosas por las cuales ellos van desatinados.

Las cosas del mundo son siempre las mismas en sus vueltas orbiculares de arriba abajo, de siglo en siglo. Esto supuesto, ó la mente[2] del universo da[1] Al buen Emperador no le podía faltar la cualidad de ser acérrimainente supersticioso en todo género de divinación, el cual vicio notó Cicerón en los estoicos, que aun dormidos presentian cualquiera cosa por la simpatía de sus almas con la de aquel su dios estoico.

[2] La verdadera inteligencia de esta doctrina se reduce al conoçimiento de estos puntos. Primero: Que Dios crió


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1