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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

y aunque la echase cieno y estiércol, al momento lo separaría y de ningún modo se ensuciaría. Pues cómo podrás tener un perenne manantial y no un pozo? si con el continuo uso te hicieres natural la libertad con la igualdad de ánimo, simplicidad y modestia.

El que no sabe que hay un mundo[1], ignora dónde se lalla él mismo; el que no conoce para qué fin nació, éste no advierte quién es él mismo ni qué cosa es el mundo; el que carece de una de esas noticias, tampoco podrá decir con que motivo vino al mundo. Ahora, pues, cuál te parece será el que[2] huye los vituperios ó pretende los vanos aplausos[1] La mente de M. Aurelio parece ser, que quien no conoce lo que es este mundo, ó sea Dios estoico, no sabrá en dónde se halla estando dentro de este mundo animado. Y que quien ignora haber nacido para conformarse con este dios Porticense, no sabrá en sentido moral quién sea él mismo, ignorando su auter, su fin y sus obligaciones, ni sabrá en el mismo sentido quién es el mundo, no llegando á conocer que es su dios, al cual debe referir sus pensamientos, palabras y obras.

[2] Traducimos el texto corregido por el Gatakero. No por eso hemos de suponer que M. Aurelio fuese de dictamen contrario á Cicerón, que se explica así sobre este punto: Nam, et ut levitátis est inanem aucupari rumorem, et omnes umbras etiam falsas gloriæ consec tari; sic levis animi lucem, splendoremque fugientis justam gloriam, que fructus veræ virtutis honestissimus est, repudiare. In Pisonem. De lo que infiere muy al caso el traductor de los caracteres de Teofrasto al toscano, impresos en Florencia el año 1761: « Dunque far conto della giusta gloria si vuole, non giá umbirla, é boriarsene, é molto meno boriarsi della falsa, cioé di quella, che, vera gloria no é in se medesima, ó non é da noi meritata, nella qualcosa peccano talora anche i grand uomini, siccome quelli, che di virtú non sono in ogni fibra impastati.» Tom. 1v, pág. 135.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1