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MORALISTAS GRIEGOS.

Si depusieres esa tu sospecha acerca de lo que al parecer te causa sentimiento, al punto tú mismo te pondrás á cubierto de toda molestia. Quién es ese tú mismo? La mente. Pero yo no sólo soy mente.

Está muy bien : la mente, pues, que no se aflija á sí misma ni se tome cuidado; y si alguna otra cosa te diere pena, que piense lo mismo acerca de ella.

El obstáculo que impide el sentimiento es un mal de la Naturaleza sensitiva; y si no deja obrar al apetito, igualmente es un mal de la misma; del mismo modo es impeditivo cualquiera otro que se opone, y es mal de la Naturaleza vegetativa; y así, será mal de la Naturaleza intelectiva lo que no dejare obrar al espíritu: todo esto aplícatelo á tí mismo. Te asalta el dolor ó te incita el deleite? el sentido se estará á la mira. Te sobrevino algún embarazo al emprender la acción? si tú la emprendías sin ninguna[1] excepción, ya en esto mismo estaba el daño de tu naturaleza racional; pero si comprendías la reserva ordinaria, no por eso has recibido mal ni has sido impedido, siendo cierto que ninguna otra cosa acostumbra impedir las acciones propias del espíritu; porque á éste no le llega ni el fuego, ni el hierro, ni el tirano, ni la infamia, ni otra cosa alguna, cuando él se hubiere hecho á manera de una esfera y quedare bien redondeado.

[1] Siendo principio asentado entre los estoicos que la facultad intelectiva no debía obrar sin la debida excepción, concluye M. Aurelio que obrando sin ella es falta de aquella potencia el que se siga algún perjuicio á la naturaleza racional, del cual podía librarse, y en efecto queda exenta de todo mal cuando su empresa va acompañada de la común reserva.


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