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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

por ver si podían dejar un sucesor, como si al cabo no fuese preciso que alguno haya de ser el último.

En fin, reflexiona inmediatamente sobre el exterminio de toda una nación.

Es necesario arreglar la vida en cada una de las acciones, y darsė por satisfecho si cada cual tiene la perfección que la corresponde y es posible; en la inteligencia de que ninguno puede impedirte el que tu acción reciba el grado de bondad que la es debida. Mas si lo inhibiese alguna causa exterior? No sería tal para obrar con justicia, prudencia y juicio. Y si acaso se opusiese alguna otra cosa á la facultad operativa? Pero con la resignación en el mismo obstáculo, y con la prudente adhesión á lo que se presentare, al instante se sustituirá otra acción, la cual sea conforme al buen orden de vida de que hablamos ahora.

No te engrías por los bienes recibidos, ni muestres repugnancia en desprenderte de ellos.

Si has visto alguna vez una mano arrancada, ó un pie, ó la cabeza cortada y puesta en algún lugar aparte de lo demás del cuerpo, del mismo modo hace consigo, cuanto es de suyo, cualquiera que no se conforma con lo acaecido y se separa á sí mismo ó ejecuta algo no conducente á la sociedad. Y tú, en cierta manera, te excluiste de aquella unión característica de la Naturaleza, porque habías nacido miembro de ella y ahora te dividiste á tí mismo: sin embargo, de tal suerte se dispuso eso, que puedes reunirte otra vez con ella, siendo así que Dios á ninguna otra parte dió esta facultad, de que cortada y separada, se incorporase de nuevo con su todo. Por tanto, considera la bondad con que Dios honró al