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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

que intentes huir de la maldad de otros, lo que es imposible.

Con mucha razón la facultad intelectiva y sociable tiene por cosa de menos valer todo aquello que hallare no conducir ni para la sabiduría ni para la sociedad.

Cu:ndo tú hubieres hecho un favor, y otro lo hubiere recibido, ¿por qué todavia buscas, á más de esto, un medio término, para parecer bienhechor ó lograr otra recompensa, como suelen hacerlo los necios? Ninguno se cansa de recibir beneficios: es así que la beneficencia es una acción conforme con la naturaleza; luego no debes tampoco cansarte en hacer bien á otro[1], teniendo tú en esto mucha utilidad.

La naturaleza del universo primeramente emprendió la fábrica del mundo; pero ahora, ó todo lo que se hace sucede por una consecuencia necesaria, ó las criaturas racionales son el principal objeto en el cual la mente gobernadora pone especial esmero.

Haciendo este recuerdo, te hallarás muy tranquilo en las más de las cosas.

[1] Que la beneficencia se repute por una virtud,y que sea un bien del que la ejercite, no tiene género de duda.


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