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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

tu espíritu con el cuerpo de tal modo que no te fuese libre el contenerte dentro de ciertos límites y pendiese de ti el cumplir con tus obligaciones, por lo cual cabe muy bien que uno, cultivando su espíritu, se haga un hombre en sí divino y que sea desconocido de todos: acuérdate siempre de esto, y, . además, no te olvides que son menester muy pocas cosas para pasar felizmente la vida. Y no porque uno desconfíe de poder salir un gran dialéctico y fisico, por eso debe perder las esperanzas de llegar á verse libre de pasiones, á ser modesto, á ser amigo de la sociedad y á ser rendido y obediente á Dios.

Pende de tu voluntad el que pases la vida con el mayor júbilo, por más que todos den las voces que quieran contra ti, y aunque las fieras despedacen los miembros de esa mole de tu cuerpo, ó sea masa de barro que te circunda. Pues quién impide al alma que, en medio de todos esos infortunios, no se conserve en su tranquilidad[1], no mantenga un juicio verdadero acerca de los sucesos que la rodean, no persevere pronta en hacer el uso de los acciden- [1] En este articulo nos presenta Marco Aurelio una quinta esencia de la soberbia estoica, dando fuerzas á la naturaleza viciada, para que, sin la gracia divina, haga los actos más heroicos de todas las virtudes. No puede el alma hacer que la fantasia y apetito no sientan la perturbación, porque estas facultades, después de perdida la justicia original, quedaron en la naturaleza desenfrenadas y rebeldes.

La vehemencia de los afectos hará, si no viene presto el socorro divino, ó que no quede en el alma indiferente el juicio de la razón, borrada en un todo la idea de lo honesto, ó que, quedando indiferente aquel juicio, incurra, no obstante, la voluntad, débil de suyo, y desarmada de una fuerza sobrenatural, en la necesidad moral de ser vencida.


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