Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/205

Esta página no ha sido corregida
147
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

estar sobre si é inmoble contra los repentinos é improvisos accidentes.

Debes reconocer con frecuencia cuáles son esos tales por quienes deseas ser alabado, y qué modo tienen de pensar; porque de esta suerte no los vituperarás, incurriendo involuntariamente en alguna falta, ni echarás menos sus aprobaciones, y más si mirares el origen y causa de sus juicios y pasiones del apetito.

Toda alma, según dice Platón, está privada de la verdad, sin su consentimiento; lo mismo, pues, la sucederá también respecto de la justicia, de la prudencia, de la benevolencia y de toda otra virtud semejante. Es de suma importancia el que, á menudo, te acuerdes de esto, porque así serás más afable y benigno para con todos.

En todo trabajo ten luego á mano esta reflexión: que aquéllo no es indecoroso ni deteriora la mente, dueña de las acciones, pues no la vicia en cuanto es material[1] ni en cuanto es sociable; y así, en las más de tus cuitas, válete del dicho de Epicuro, que el dolor no será insufrible ni eterno si te acordares que tiene sus límites naturales, y no lo aprendieres por más de lo que es en si. Pero advierte también que muchas cosas nos son bien molestas sin que las echemos de ver, siendo, en realidad, cierta especie de dolor: tal es el dormitarse intempestivamente, el[1] Nuestra alma á lo estoico era una sustancia compuesta de viento ó espíritu, y de fuego ó de una particula divina, como ya hemos dicho; y por eso Marco Aurelio pretende que el dolor no perjudique á las partes de aquella sustancia, ni las empeore é inmplique en alguna infamia culpable.


  1. 1,0 1,1