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MORALISTAS GRIEGOS.

ciere que también son de tu misma naturaleza y que pecan por ignorancia y como forzados; además de que así tú como ellos moriréis dentro de poco tiempo, y sobre todo que ellos no te hicieron daño, puesto que no han hecho que tu alma fuese peor de lo que antes era.

La naturaleza del universo forma de la sustancia común, como de una cera, ahora un potro; luego después, deshaciendo éste ó fundiéndole, se sirve de la materia para producir un árbol; más adelante, para la formación de un hombre; finalmente, para la producción de cualquier otra cosa, subsistiendo cada una de éstas por un tiempo muy limitado; pero jamás es penoso á la arquilla el que la deshagan, como no lo fué el haberla fabricado.

El aspecto desagradable[1] en el semblante es muy contrario á la naturaleza, y cuando se afecta con frecuencia, hace desaparecer la hermosura y gracia natural, ó al cabo la echa á perder, de manera que después no es posible recuperarla del todo: de esto mismo podrás colegir que también es contrario á la razón. Porque si uno cogiese tal hábito que llegase á perder todo el remordimiento de su conciencia en el obrar mal, á qué fin había de prolongar sus días? La naturaleza, que todo lo rige y ordena, muy en[1] La fiereza en el rostro regularmente es un efecto de la ira que reside en nuestro interior, sin enmbargo de que nos cuenta Suetonio, lib. 1v, cap. L, del emperador Cayo; Vultum naturâ horridum, ac tetrun etiam ex industria eferabat, componens ad speculum in omnem terrorem, ac formidinem. Por lo cual concluye M. Aurelio que semejante costumbre no da lugar á lo delicado del rubor, é impide en el ánimo lo fuerte del remordimiento.


  1. 1,0 1,1