cosa, como verás, haciendo la observación en general, que lo conducente á un particular también conduce á los otros hombres: bien entendido, que ahora se debe tomar la palabra conducente en sentido común, aplicada á las cosas medias é indiferentes.
A la manera que suelen ofenderte los espectáculos representados en el teatro y en otros lugares semejantes, porque el ver siempre lo mismo y sin mudanza de aspecto, causa tédio á la vista: del mismo modo podrá sucederte en todo el curso de tu vida; porque todas las cosas superiores é inferiores son siempre las mismas y provienen de los mismos principios. Y hasta cuándo[1] durará esto? Medita sin cesar qué de hombres de todas condiciones, de todas profesiones, de todas naciones murieron ya; de suerte que desciendas de este modo, hasta dar con Philistión[2], con Phebo y Origanión[3]: entónces pasa con la consideración á otras clases de gente; pues es preciso que nosotros hagamos el mismo camino que hicieron tantos oradores elocuentes, tantos filósofos venerables, un Heraclito, un Pithágoras, un Sócrates; tantos héroes primero,[1] Séneca de Tranquil., cap. 1I, nos hace ver que el hastio ocasionado de no hillar novedad que deleite, fué á muchos antiguos motivo de darse la muerte, prorrumpiendo en estas palabras: Quousque eadem?[2] Dos Philistiones saca á plaza Gatakero, el Philistión Niceo cómico y contemporáneo de Sócrates y el Philistión Locrense, médico, á quien se atribuyen los libros de Diaeta, que corren bajo el nombre de Hipócrates, como dice Galeno in comment. ad lib. de Diaet. in morb. acut.
[3] De Phebo y Origanión, yo digo con el intérprete francés: je ne connais ni l un, ni l autre: y lo que más es, que ni Gatakero habla de ellos.