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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

se puede vivir, luégo en el palacio también es posible vivir bien, y también con éste: que cada cosa ha sido hecha para excitarse en busca de su fin, y de suyo se inclina al tal ejercicio; ni el fin consiste en otro, que en ajustarse á la tal inclinación; además de que en el fin está cifrado todo el bien y provecho de cada uno; y así se concluye que el bien propio de un viviente racional es la sociedad, supuesto que ya se ha mostrado que para ésta nacimos. Pues qué, no es evidente que las cosas inferiores fueron hechas por causa de las superiores, y que éstas se hicieron con respecto entre si? y quién no vé que las cosas animadas son de mejor condición que las inanimadas; y que entre las animadas son más excelentes las racionales? El ir tras de imposibles es propio de un loco furioso, y es verdaderamente[1] un imposible el que los malos no hagan alguna cosa tal.

A nadie acontece cosa alguna que no pueda él mismo soportar naturalmente. Lo mismo que te sucedió á tí suele acaecer á otro; el cual, ó bien ignorando lo que le pasó, ó bien haciendo[2] alarde de un ánimo valeroso se está firme y queda sin lesión.

Sería, pues, cosa fuerte que pudiesen más la ignorancia y deseo de complacer á otro de lo que puede la prudencia.

Las cosas por si mismas de ningún modo tocan[1] M. Aurelio vivía muy apercibido contra la perversidad de los hombres, de quienes dijo el Salvador: Necesse est ut veniat scandala.

[2] Tertuliano refiere á la larga muchos ejemplares de los que hacen ostentación de su coraje por adquirir algún aplauso popular.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1