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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

pués esta sucesión hasta al infinito. Ni sólo yo vine al mundo por esta vía de la mutación, vinieron también los que me engendraron, y por su orden otros retrocediendo hacia atrás al infinito. Ni hay motivo alguno para que esto no parezca verdad, por más que el universo se rehaga y ordene de nuevo, según sus períodos determinados[1].

La razón y el arte de vivir según ella, son ciertas facultades, que contentas y abastecidas por si mismas, no necesitan para sus acciones de socorro extraño: de ahí es, que no sólo empiezan éstas á obrar por un principio propio, sino que también encaminan hacia el fin que se han propuesto. Por lo cual este género de acciones se llama[2] cathortoseis, ó sean obras rectas, significando con el nombre lo recto y derecho del camino que siguen.

Ninguna de estas cosas se debe decir propia del hombre, la cual no le convenga por razón de tal; ni se pueden exigir del hombre por obligación; ni su naturaleza se las promete; ni ellas perfeccionan[3] la por sí se[1] Alude á la Ecpyrosis, ó sea conflagración estoica.

Laer. lib. vII, declara en breve cómo los estoicos enseñan que Dios, alma y autor del mundo, de ciertos en ciertos periodos de tiempo reasume en si mismo toda la materia, y vuelve á engendrar al mundo, echándola fuera de si.

[2] La definición de las voces era del gusto de los estoicos, como notó Cicerón, lib. 1., Off.c. VII. Audeamus imitari Stoicos, qui studiose exquirunt, unde verba sint ducta.

[3] M. Aurelio quiere hacernos ver, que el fin último del hombre, y los medios para conseguirlo, sólo consisten en el bien honesto, sin que entren á la parte los otros géneros de bienes: sentencia propia de los estoicos, y contraria á los Peripatéticos, los cuales, aunque ponían lo principal de la bienaventuranza en el bien honesto, con todo añadían para su complemento la abundancia de los demás bienes, como lo enseña Arist,, lib. 1. cap. III, Iv y v.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1
  3. 3,0 3,1