Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/143

Esta página no ha sido corregida
85
M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

Suele hallarse alguno que, cuando ha hecho algún beneficio á otro[1], no sosiega hasta echarle en cara la tal merced, y publicarla; otro hay, que no siendo tan temerario é imprudente, con todo, á sus —solas reputa por su deudor al favorecido y no se olvida del bien que le ha dispensado: no falta otro que en cierto modo no sabe ni se acuerda del favor que hizo, sino que es muy semejante á la vid que produjo la uva, y dado ya una vez su fruto no pretende otra cosa; al modo que el caballo habiendo hecho su carrera, el perro seguido su caza, y la abeja trabajado la miel, así el hombre, que hizo bien á otro, no debe andar publicándolo, sino pensar solamente cómo podrá servirle otra vez, imitando en esto á la vid, que á su tiempo vuelve á llevar la uva. Según eso, «gconviene que yo sea uno de aquellos que en algún modo hacen bien sin mirar á quien?» Sin duda. Pero me dirás que es necesario ·conocer lo que uno hace, porque el oficio propio de un hombre sociable de suyo, pide que se advierta •que se obra conforme á las leyes de la sociedad, y i por Dios! que también debe pretender que su compañero en la sociedad lo llegue á conocer. Es mu- —cha verdad lo que dices, pero si no te haces cargo de lo que poco ha dije, vendrás por esto á ser uno de aquellos bienhechores jactanciosos de quienes[1] En el presente lugar no puede ser más precisa ni más sana la doctrina de M. Aurelio, comprendiendo cuanto hay —que decir en esta materia con la división hecha de las tres clases de bienhechores: los unos públicamente arrogantes con la jactancia del favor hecho al prójimo; los otros tácita- .mente avaros con el ansia de ser recompensados; y los terceros sencillamente liberales y humano8.


  1. 1,0 1,1