Página:Obras de los moralistas griegos. Marco Aurelio-Teofrasto-Epicteto-Cebes (1888).pdf/136

Esta página no ha sido corregida
78
MORALISTAS GRIEGOS.

¿Y cuál es esa su voluntad? Ya lo sabes bien, ni es menester decirlo aqui. Lo que yo pregunto es si este acaso puede impedirte el que seas un hombre justo, magnánimo, templado, prudente, cuerdo, mirado é incapaz de engañar ni ser engañado, modesto, libre de respetos vanos, y por abreviar, el que tú no poseas las otras virtudes, con las cuales, cuando la naturaleza del hombre las tiene en sí, queda ella del todo satisfecha y bien galardonada. Acuérdate en adelante que en todo acontecimiento capaz de contristarte puedes echar mano de este aviso: que la adversidad no es una desgracia; antes bien al contrario, el sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha.

Ciertamente es un remedio vulgar, pero, sin embargo, muy eficaz para el desprecio de la muerte, la frecuente memoria de aquellos que por un dilatado tiempo vivieron con mucho apego á su vida. ¿Qué ventaja lograron éstos sobre aquellos otros que murieron antes de sazón? Yacen sin duda tendidos en algún sepulcro Ceciliano, Fabio, Juliano, Lépido, y si algún otro hubo semejante á ellos, los cuales, después que habían llevado muchos al sepulcro, también fueron llevados allá, Verdaderamente fué cortísima la diferencia de tiempo en la vida; y ésta ¿con cuántas molestias, con qué hombres y en cuál cuerpezuelo se toleró? No tengas, pues, eso por gran negocio. Porque mira bien la inmensidad de tiempo que ya pasó y la infinidad que aun queda por venir; y puesto en medio de este abismo, dime, qué diferencia hallas en que uno muera al día tercero ó al tercer siglo después que nació? Camina siempre por el atajo; y el verdadero atajo