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M. AURELIO.—SOLILOQUIOS.

X. AUBELIO.-BOLILOQUIO8.

73 aquella tu parte, cuyo es el juzgar sobre estas cosas, persevere tranquila, esto es, persuádase que aquello de suyo. no es bueno ni malo que, sin diferencia, puede sobrevenir á hombres buenos y malos; pues lo que igualmente acontece al que vive conforme, y al que vive contra la naturaleza, esto, sin duda, no la es á ella conforme ni contrario.

Conviene tener siempre en la mente que el mundo es como un viviente[1] animado, que tiene unamateria y una alma, y pensar cómo á su noticia, que en él es un sentido, llega todo, y como con un impetu ó acción común, haga todas las cosas y concurra con las demás causas particulares[2] á todos los efectos que se producen, y, por último, considerar cuál es la dependencia y enlace de todas las COBAS entre si.

Tú, alma mía, según decia Epicteto, no haces más que llevar sobre tí un muerto.

[1] El hacer de todo el mundo un viviente animado, como lo hacían los filósofos orientales, los pitagóricos, los platónicos, los estoicos, y casi todas las otras sectas, es un error que confirma la verdad de tres observaciones hechas por los filósofos pios y eruditos : primera, que la razón humana, siendo una participación de la verdad increada, tiene, en su misma luz, un tino natural, y no sé qué imán, que la convierte de continuo hacia el norte de la verdad en las cOmas divinas ; segundu, que la filosofía antigua, no pocas veces, queriendo dirigir por reglas sistemáticas las luces de la razón natural, las desvió y apartó del blanco de la verdad; tercera, que la divina revelación siempre fijó con acierto y constancia los principios y direcciones naturales de la razón.

[2] El concurso de Dios á cada ucción y efecto particular es una verdad averiguada entre los teólogos cristianos, pero no en el sentido estoico, que da por razón del dicho concurso la unión de todas las causas particulares con la naturaleza divina, como miembros con su cuerpo.


  1. 1,0 1,1
  2. 2,0 2,1