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MORALISTAS GRIEGOS.

grande nombre y memoria de si, no se imagina que cada uno de los que se acordaren de él en breve morirá y él también, y después por su orden cualquiera que les sucediere hasta que se borre toda su memoria continuada por la sucesión de los que le hubieren admirado y después también hubieren fenecido. Pero demos, que los que de tí se acordaren hayan de ser inmortales, y que lo haya de ser también tu memoria, dime: ¿qué parte, pues, tendrás tú en ella? no digo después que hubieres muerto; pero aun ahora viviendo, ¿de qué te sirven las alabanzas si en éstas no tienes la mira á algún otro[1] bien y provecho? lo que sucede es que deja uno intempestivamente de cumplir con lo que le encargó la naturaleza, entre tanto que está colgado de lo que otros dirán de él.

Todo lo honesto, de cualquiera modo que sea, es por sí mismo honesto y en si encierra su bondad, sin[1] Los estoicos, que en los demás bienes reconocen una materia legitima de honestidad, contaban entre las cosas indiferentes la fama y reputación: haciendo primero la división de las cosas indiferentes en las que merecian alguna estima, præposita, y en las que sólo merecian el desprecio, reiecta, y añadiendo despues la subdivisión de las cosas dignas de estinma, en las que fuesen (præponenda per se) de suyo aventajalas, y las que lo fuesen por razón de alguna utilidad (propler usum); y las que por uno y otro respecto mereciesen la atención. En esto habia tainbién dos sentencias: Crisipo quería que la fama sólo por respecto á algún provecho debia procurarse, de modo que utilitute detracta ne digitum quidem eius causa porrigendum esse (Cicer. de Fin., lib. 111, cap. LV11), y ésta era la opinión de M. Aurelio el cual, según dice Capitolino, erat sue famæ curiosissimus. Los otros estoicos, obligados por Carneades, enseñaban famam propter se prapositam et sumendam esse.


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