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EL PEREGRINO APASIONADO.

que impone al hombre su ley,2 la que arrastró mi corazon á este falaz3 perjurio? Ser infiel por tu causa no amerita condena.

Yo renuncié á una mujer, mas créeme, no renuncié á tí, que eres una diosa. Mi voto era todo terrestre, y tú eres un amor divino. Alcanzada tu gracia, quedo libre de toda mancha.

Mi voto, aliento solo, como hálito es vapor. Ah! bella luz que radias en este suelo mortal, aspira mi exhalado4 juramento, absórbelo en tí; pues si entonces se quiebra, no será culpa mia.

Y aun dado que lo fuese, ¿qué loco no es lo bastante cuerdo para ganar el paraiso por medio de un perjurio?

X.

La belleza solo es un bien fútil y dudoso, luciente cristal5 que se empaña de improviso, flor que muere en cuanto empieza á abrir, frágil vidrio que se quiebra fácilmente.

Bien perdido, esmalte apagado, vidrio roto, flor muerta en un segundo!

Y como un bien que se pierde, rara vez ó nunca se halla, como no hay pulimento que renueve un esmalte empañado, como la flor marchita viene al suelo ya seca, como ningun cimento torna al vidrio su ser;

La belleza, una vez ajada, jamás se recobra, ni con drogas ni afeites, ni con afan ni dinero.

FIN.