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Piezas

ni las ordenadas calles,
ni los muros de jazmin,
ni los arroyos corrientes
de vivas aguas potables,
ni las albercas y fuentes,
ni las aves producientes
los cantos tan consolables.
Ya la casa se deshizo
de sotil labor extraña,
y tornóse esta cabaña
de cañuelas de carrizo.
De los frutos hice truecos
por escaparme de tí,
por aquellos troncos secos,
carcomidos, todos huecos
que parescen cerca mí.
Sal del huerto, miserable,
ve á buscar dulce floresta,
que tú no puedes en esta
hacer vida deleitable.
Ni tú ni tus servidores
podeis bien estar conmigo;
que aunque esten llenos de flores,
yo sé bien cuantos dolores
ellos traen siempre consigo.

En tu habla representas
que no me has bien conoscido.