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Discurso

ligiosa, no era posible fiar su desempeño á los que se hallaban declarados infames por la ley.

Sancho IV tenia á su servicio[1] esta clase de gentes, juglares, bufones y facedores de escarnio, que con cantares y romances, diciendo agudezas, saltando y tocando instrumentos, entretenian privadamente á la familia real.

El breve reinado de aquel monarca, lleno de turbulencias, como el de su hijo Fernando IV, y la menor edad de Alfonso XI, en que se vió Castilla agitada de parcialidades y discordias, fueron épocas no favorables para el progreso de las artes, hijas de la abundancia y la paz; pero no se interrumpieron del todo los estudios filosóficos, la erudicion y las buenas letras.

El ilustre D. Juan Manuel[2], nicto de Fernando III, fue un distinguido profesor en todas ellas, al paso que sus victorias le acreditaron de excelente caudillo. En sus obras doctrinales y poéticas dejó un testimonio de su extensa literatura y su buen gusto, y en las novelas ó cuentos de que se compone El Conde Lucanor, la primera coleccion de este género que se vió en España,

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