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Discurso

diversiones públicas. Solemnizábanse con magnificencia los desposorios de sus principes[1], sus paces y coronaciones, en las que se llamaron Corti bandite; y todas estas causas dando estímulos al caracter nacional, produjeron una multitud de juglares, bufones, truhanes, mimos, bailarines, músicos y cantores, que acudian adonde los llamaba la ocasion del interes y del aplauso.

Entonces empezaron á renovarse (si del todo se habian perdido)[2] las ficciones dramáticas, imitando á la naturaleza en farsas groseras con figuras ridículas, disfraces y acciones que remedaban las costumbres de aquella edad. Los eclesiásticos[3] despues de haber intentado muchas veces la abolicion de tales espectáculos, cuya desenvoltura era en extremo perjudicial, conocieron la insuficiencia de las leyes contra la fuerza de la opinion; y continuando la costumbre establecida en las iglesias catedrales algunos siglos antes, de celebrar con músicas alegres, canciones, bailes y máscaras las fiestas mas solemnes de la Religion, determinaron añadirles nuevos atracti-

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