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II
Prólogo.

que de las opiniones que sostenian, muchas veces dirigió su pluma la parcialidad, y muy pocas la inteligencia.

Por otra parte el influjo que han tenido siempre en las producciones literarias el sistema del gobierno, el gusto de la corte, el método de estudios, política y las costumbres, obligará á quien se proponga escribir la historia de nuestro teatro á buscar el origen verdadero de sus progresos ó su decadencia; y esta indagacion está sujeta á las restricciones que imponen el respeto debido á la autoridad, y las demas circunstancias del tiempo en que se escribe.

Cuanto escribieron nuestros mejores bibliógrafos acerca de la dramática española no pasa de algunas indicaciones sueltas, traidas por incidencia, diminutas, mal ordenadas, y no capaces de satisfacer la curiosidad de los que desean una historia de nuestro teatro.

Los segundos copiaron á los primeros, y los últimos nada han añadido de particular, repitiéndose por consiguiente las equivocaciones, la falta de plan y de verdad histórica y crítica que se advierte en tales escritos.

Llegó el tiempo de las apologías, y apoyados los defensores de nuestro crédito literario sobre tan débiles fundamentos, compusieron libros enteros llenos de sofismas y errores, hablaron largamente del teatro, clasificaron obras que jamas habian visto, y manifestaron cuanto carecian (por la clase de estudios que habian