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Notas.


    Acinipo, Carteya, Emerita Augusta y otros que yacen hoy desconocidos en sus ruinas. Desde el siglo IV en que el concilio iliberitano hizo mencion de los aurigas, pantomimos y cómicos, hasta el VII en que todavía existian, se advierte la continuacion de los espectáculos que los godos adoptaron y sostuvieron. San Isidoro en sus Orígenes lib. 18, cap. 41 y 59 exhorta á los cristianos á que se abstengan de las fiestas del circo, del anfiteatro de la escena: lugares que segun lo expresa aquel santo doctor infectaba todavía la supersticion gentilica, y ofrecian á los ojos pompas y vanidades mundanas, crueldades feroces, imágenes de lascivia y torpezas abominables. Por los años de 620 Sisebuto depuso á Eusebio, obispo de Barcelona, é hizo poner otro en su lugar, como se entiende por las mismas cartas suyas. La causa que se alegaba fue que en el teatro los farsantes representaron algunas cosas tomadas de la vana supersticion de los dioses que ofendian las orejas cristianas. Esta pareció por entonces culpa bastante por haberlo el obispo permitido. Asi refiere Mariana esta anécdota en su Historia general de España lib. 6.º Resulta de aqui que noventa años antes de la irrupcion de los árabes duraban en España los espectáculos del teatro, y puede inferirse con toda verosimilitud que continuaron hasta que Rodrigo perdió en Jerez la corona y la vida. Esclava la nacion en poder de los agarenos, solo una pequeña parte de ella conservó su libertad al abrigo de montañas inaccesibles: desde alli fue dilatando progresivamente sus conquistas, y durante algunos siglos no conoció mas ocupaciones que la de pelear, ni mas artes que las necesarias á la guerra. Si en alguna de las naciones de Europa cesaron del todo las diversiones de la escena, ninguna tuvo como la nuestra tanto motivo de abandonarlas.