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teatro lo que solo cabe en las descripciones de la epopeya, lo que solo se permite á los movimientos líricos, si aduló la ignorancia vulgar pintando como posibles las apariciones, los pactos, los hechizos y todos los delirios que una vana credulidad autoriza; otros antes que él habian hecho lo mismo. Si se atrevió á mezclar entre sus figuras las deidades gentílicas, cuya existencia es tan absurda que destruye toda verosimilitud teatral; nada hizo de nuevo, repitió solamente lo que halló practicado ya, lo que el pueblo habia visto y aplaudido por espacio de muchos años. No corrompió el teatro: se allanó á escribir segun el gusto que dominaba entonces: no trató de enseîiar al vulgo, ni de rectificar sus ideas, sino de agradarle para vender con estimacion lo que componia, y aspiró á conciliar por este medio (poco plausible) las lisonjas de su amor propio con los aumentos de su fortuna.

El examen de sus obras dramáticas y las que escribieron imitándole sus contemporáneos, las innovaciones que introdujo Calderon dando á la fábula mayor artificio, los defectos, las bellezas de