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ESCUELA DE LOS MARIDOS.

huérfanas; su padre, amigo nuestro, nos dejó encargada al tiempo de su muerte la educacion de entrambas, y previno que si andando el tiempo queríamos casarnos con ellas, desde luego aprobaba y bendecía esta union; y en caso de no verificarse, esperaba que las buscaríamos una colocacion proporcionada, fiándolo todo á nuestra honradez y á la mucha amistad que con el tuvimos. En efecto, nos dio sobre ellas la autoridad de tutor, de padre y esposo. Tú te encargaste de cuidar de Leonor, y yo de Rosita: tú has ensenado á la tuya como has querido, y yo á la mia como me ha dado la gana, ¿estamos?

D. MANUEL.

Sí; pero me parece á mí.....

D. GREGORIO.

Lo que á mí me parece es que usted no ha sabido educar la suya; pero repito que cada cual puede hacer en esto lo que mas le agrade. Tú consientes que la tuya sea despejada y libre y pispireta: séalo en buen hora. Permites que tenga criadas, y se deje servir como una señorita: lindamente. La das ensanches para pasearse por el lugar, ir á visitas, y oir las dulzuras de tanto enamorado zascandil: muy bien hecho. Pero yo