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Cartas literarias á una mujer.

¿Por qué no hablar con franqueza? En aquel momento dí aquella definición porque la sentí, sin saber siquiera si decía un disparate.

Después lo he pensado mejor, y no dudo al repetirlo. La poesía eres tú. ¿Te sonríes? Tanto peor para los dos. Tu incredulidad nos va á costar, á tí el trabajo de leer un libro, y á mí el de componerlo.

¡Un libro! exclamas palideciendo y dejando escapar de tus manos esta carta. No te asustes. Tú lo sabes bien: un libro mío no puede ser muy largo. Erudito, sospecho que tampoco. Insulso, tal vez; mas para tí, escribiéndolo yo, presumo que no lo será, y para tí lo escribo.

Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta; pero en cambio, hay bastante papel borrado por muchos que no lo son.

El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estadio del saber y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan, y creen haberla comprendido, cuando han hecho su análisis.

La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida, ¿cómo se estudian en un cadáver?

No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña