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Gustavo A. Becquer.
La Madre. | ¡Aquí, aquí! Dejadla sobre esta otomana... (Rafael la coloca sentada; vacila un momento antes de apartarse de aquel sitio, de donde lo arranca Jacobo). Dios mío, está pálida como un cadáver!... ¡Julia, Julia!... (Tocándole la frente y las manos). ¿Qué es esto? ¡Sangre, sangre! ¡La han asesinado!... |
ESCENA ÚLTIMA.
El sótano en la taberna. Rafael, inmóvil, sentado en el fondo junto á una mesa. — Jacobo, Bautista y algunos otros jóvenes en primer término.
Bautista. | Tengo una carta para el hermano Rafael; ¿á dónde debo dirigirla? |
Jacobo. | Dásela en su mano. |
Bautista. | ¿Está en Venecia? |
Jacobo. | Míralo allí... ¡Rafael! ¡Rafael! |
Rafael. | (Como saliendo de un letargo profundo). ¿Quién me llama?... |
Bautista. | Una carta tengo para tí; me la ha dado una mujer encubierta, y me ha dicho que te importaba mucho su contenido. Toma. |
Rafael. | ¡Es su letra!... ¡No ha muerto!... ¿Cuándo te han dado esta carta?
Bautista. Esta noche pasada. |
Rafael. | ¿A qué hora? |