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Gustavo A. Becquer.
comienza... ¿Cómo debo interpretar tu silencio? | |
Julia. | (¡Dios mío! ¿si será él?) Tomad. (Deja el ramillete y el abanico en la falda de su madre). Una sola vuelta; una sola. (Se alejan bailando y se confunden entre la multitud. La madre se inclina al oído de una de las señoras que tiene á su lado). |
La Madre. | Lo que son las muchachas; hoy hubiera dicho cualquiera que iba á morir de sentimiento; tanto ha llorado y gemido antes de decidirse á aceptar el esposo que se le destina... ¡Ya está bailando!... Si se hubiera de hacer caso de las lágrimas de las chiquillas... (Rafael y Julia pasan bailando). |
Rafael. | ¿Es verdad que te casas? |
Julia. | Es verdad. (Se alejan hacia el fondo y vuelven á perderse). |
La Madre. | Y dijo que una sola vuelta... En tratándose de bailar, todas son lo mismo. Verdad que yo de sus años tampoco era más juiciosa... ¿más?... ni tanto... ¡Ay! ¡si yo hubiera hecho caso de los consejos de mi madre como ella lo hace hoy de los míos! (Rafael y Julia tornan de nuevo á pasar). |
Rafael. | ¿Dices que es imposible? |
Julia. | ¡Imposible! (Tornan á alejarse). |
La Madre. | ¿Otra vuelta? ¡Jesús! ¡Jesús!... Si ha de ser extremosa en todo... Gracias á Dios que aún no ha llegado su prometido... si no, estoy segura de que tendríamos escena... No, pues ahora |