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Los dos compadres.

ción recorre todos los tonos de la escala de la pasión. ¡Esta es la bebida sentimental y tierna, la que abre como con una llave misteriosa las puertas del corazón y saca á plaza sus más recónditos secretos! ¡Historias imposibles, ambiciones locas, dolores ignorados, extravíos de la pasión ó de la inteligencia! todo sale á luz, todo se extiende á la vista como las baratijas de un buhonero en la tienda ambulante de un baratillo. Ya la sangre enardecida y avivada con el acicate y el desorden del cerebro hincha las venas por donde corre precipitada. El orador se despoja de la chaqueta, toma actitudes dignas del cincel, y ¡oh prodigio de la exaltación! llega hasta el punto de olvidar el puchero que rueda á sus pies haciéndose cascos y dejando escapar el preciado jugo. Si Baco sentado en el borde de una tinaja como un dios de Homero sobre una nube, asistiese invisible á esta escena, sonreiría satisfecho al aspirar el perfume de la involuntaria ofrenda, sólo comparable á las que en otra edad le hacían sus sacerdotes derramando sobre el fuego del altar el líquido encerrado en las ánforas de oro.

¡Qué ardientes profesiones de fe política! ¡qué proyectos para la regeneración de la patria! ¡qué historias de agravios ó de satisfacciones, qué confidencias de familia, todo ello revuelto y entremezclado con vivas protestas de amistad, con vehementes apostrofes de indignación ó patéticas ex