que brotaba una idea. ¿Y qué más debe pedirse para asunto de una obra de arte?
La mejor muestra de cortesía que puede darnos un pintor cuando se entra en su estudio, es seguir pintando. Dejar la paleta y los pinceles, equivale á decir al recien venido: «Acabe usted pronto, porque tengo que continuar».
Casado prosiguió, pues, trabajando á mi llegada: yo comencé á fumar, y como ninguna de las dos operaciones, particularmente la mía, estorba el hablar, aunque á retazos, charlamos un poco de todo, hasta venir á dar en la frase que de algún tiempo á esta parte es el eterno estribillo de mis conversaciones, siempre que acierto á encontrarme con un escritor ó artista amigo: — ¿Cuándo nos da usted algo para La Ilustración de Madrid.
— Cuando usted quiera — me respondió Casado; — pero ya ve usted, ahora no tengo nada... es decir, nada á propósito.
— ¡A propósito!... Para un periódico del género del nuestro, es todo lo que tenga algún carácter artístico ó en algún modo pueda interesar al público... por ejemplo, ese retrato... ¿por qué no nos da usted el dibujo?
— ¡De este retrato!... ¡El retrato de una niña de cuatro ó cinco años... adorada, es cierto, de sus padres y su familia, muy conocida... de su aya y en los círculos que juegan al alimón en el Parterre del