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Gustavo A. Becquer
LXXVI.
En la imponente nave
Del templo bizantino,
Vi la gótica tumba, á la indecisa
Luz que temblaba en los pintados vidrios.
Las manos sobre el pecho,
Y en las manos un libro,
Una mujer hermosa reposaba
Sobre la urna, del cincel prodigio.
Del cuerpo abandonado
Al dulce peso hundido,
Cual si de blanda pluma y raso fuera,
Se plegaba su lecho de granito.
De la postrer sonrisa
El resplandor divino
Guardaba el rostro, como el cielo guarda
Del sol que muere el rayo fugitivo.
Del cabezal de piedra
Sentados en el filo.
Dos ángeles, el dedo sobre el labio,