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Rimas.
XLIV.
Como en un libro abierto
Leo de tus pupilas en el fondo;
¿A qué fingir el labio
Risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
De confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... ¡y también lloro!
XLV.
En la clave del arco mal seguro,
Cuyas piedras el tiempo enrojeció,
Obra de cincel rudo, campeaba
El gótico blasón.
Penacho de su yelmo de granito,
La hiedra que colgaba en derredor
Daba sombra al escudo, en que una mano
Tenía un corazón.