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PRÓLOGO
ESCRITO POR EL AUTOR PARA LA COLECCIÓN DE CANTARES
DE AUGUSTO FERRÁN Y FORNIÉS.
LA SOLEDAD
I.
L
eí la última página, cerré el libro y apoyé mi cabeza entre las manos.
Un soplo de la brisa de mi país, una onda de perfumes y armonías lejanas, besó mi frente y acarició mi oído al pasar.
Toda mi Andalucía, con sus días de oro y sus noches luminosas y trasparentes, se levantó como una visión de fuego del fondo de mi alma.
Sevilla, con su Giralda de encajes, que copia temblando el Guadalquivir, y sus calles morunas, tortuosas y estrechas, en las que aún se cree escuchar el extraño crujido de los pasos del rey justiciero; Sevilla, con sus rejas y sus cantares, sus