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Gustavo A. Becquer.

movimiento que Tudela, no se nota en ella el mismo adelanto, pero tiene un carácter más original y artístico. Cruzando sus calles con arquillos y retablos, con caserones de piedra llenos de escudos y timbres heráldicos, con altas rejas de hierro de labor exquisita y extraña, hay momentos en que se cree uno trasportado á Toledo, la ciudad histórica por excelencia.

Al fin, después de haber discurrido un rato por aquel laberinto de calles, llegamos á la posada, que posada era con todos los accidentes y el carácter de tal el sitio á que me condujo mi guía. Figúrense ustedes un medio punto de piedra carcomida y tostada, en cuya clave luce un escudo con un casco que en vez de plumas tiene en la cimera una pomposa mata de jaramagos amarillos nacida entre las hendiduras de los sillares; junto al blasón de los que fueron un día señores de aquella casa solariega, hay un palo, con una tabla en la punta á guisa de banderola, en que se lee con grandes letras de almagre el título del establecimiento; el nudoso y retorcido tronco de una parra que comienza á retoñar, cubre de hojas verdes, trasparentes é inquietas, un ventanuquillo abierto en el fondo de una antigua ojiva relfena de argamasa y guijarros de colores; á los lados del portal sirven de asiento algunos trozos de columnas, sustentados por rimeros de ladrillos ó capiteles rotos y casi ocultos entre las hierbas que