Página:Obras de Bécquer - Vol. 2.djvu/194

Esta página ha sido corregida
188
Gustavo A. Becquer.

podido traslucir jamás en esas otras figuras humanas cuyas ropas agita el aire al pasar, cuyas facciones se contraen ó dilatan con una determinada expresión y que , á pesar de todo , son únicamente , al tocar la meta de su perfección posible , mármol que se mueve como un maravilloso autómata, sin sentir ni pensar.

Indudablemente la fisonomía de aquella escultura reflejaba la de una persona que había existido. Podían observarse en ella ciertos detalles característicos que sólo se reproducen delante del natural ó guardando un vivísimo recuerdo. Las obras de la imaginación tienen siempre algún punto de contacto con la realidad. Hay una belleza típica y uniforme hacia la que, así en lo bueno como en lo malo, se nota cierta tendencia en el arte. El placer y el dolor, la risa y el llanto tienen expresiones especiales, consignadas por las reglas. La cabeza de aquella mujer rompía con todas las tradiciones; era hermosa sin ser perfecta ; ofrecía rasgos tan propios como los que se observan en un retrato de la mano de un maestro, el cual tiene tanta personalidad, por decirlo así , que aun sin conocer el tipo á que se refiere, se siente la verdad de la semejanza. Cada mujer tiene su sonrisa propia, y esa suave dilatación de los labios toma formas infinitas, perceptibles apenas, pero que les sirve de sello. La hermosa mujer de piedra que contemplaba extasiado.