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XVI
PRÓLOGO

Fundóse después El Contemporáneo, y al brindarme con una plaza en su redacción el fundador y mi amigo D. José Luis Albareda, conseguí que también entrase á formar parte de ella el autor de este libro. Entonces escribió la mayor parte de sus leyendas y las Cartas desde mi celda, que causaron admiración grande en los círculos literarios de España.

Para Gustavo, que sólo hallaba la atmósfera de su alma en medio del arte, no existía la política de menudeo, tan del gusto de los modernos españoles. Su corazón de artista, amamantado en la insigne escuela literaria de Sevilla, y desarrollado entre catedrales góticas, calados ajimeces y vidrios de colores, vivía á sus anchas en el campo de la tradición; y encontrándose á gusto en una civilización completa, como lo fuéla de la Edad Media, sus ideas artístico políticas y su miedo al vulgo ignorante le hacían mirar con predilección marcada todo lo aristocrático é histórico, sin que por esto se negara su clara inteligencia á reconocer lo prodigioso de la época en que vivía. Indolente, además, para las cosas pequeñas, y siendo los partidos de su país una de estas cosas, figuró en aquel donde tenía más amigos y en que más le hablaban de cuadros, de poesías, de catedrales, de reyes y de nobles. Incapaz de odios, no puso sus envidiables condiciones de escritor á servicio de la