que la forma del objeto, es decir, su nocion, su causa de existencia, no sólo se da en el objeto mismo, sino que, antes de darse en el objeto, ha debido darse en otra parte, si no realizada, por lo menos como potencia, como razon de ser; que la forma de cada uno de los séres de la naturaleza ha debido ser pensada por Dios, como la forma de la casa ha debido ser pensada por el arquitecto; que este pensamiento de Dios ha debido recaer, no sólo sobre los individuos, sino tambien sobre los géneros que los comprenden, sobre lo universal como sobre lo particular; olvidando, digo, esta verdad, no ménos incontestable que la primera, no admite en ningun concepto esta sustancia universal que constituye el fondo de la doctrino de Platon y de Pitágoras. Lo universal, repite muchas veces, no puede ser sustancia[1]; no hay, segun él, otras sustancias que las de los individuos, y la sustancia de un individuo no es comun á los demas. Lo universal, por lo contrario, es comun á muchos séres, designa la manera de sér, un modo de la existencia, pero no la existencia determinada. «Ni la unidad, ni el sér, ni atributo alguno general pueden ser sustancia... la sustancia no existe en ningun otro sér, sino en sí misma, y en el sér de que ella misma es sustancia»[2].
Platon habíase mostrado exclusivo, y Aristóteles no lo es ménos; pero sería injusto acusarle por esto. Si preocupó demasiado de cierto punto de vista de las cosas, era difícil que no sucediera así. La doctrina platoniana era peligrosa, por lo menos por su tendencia; pues que encerraba un gérmen de error, que se desenvolvió más tarde[3]. Asustado Aristóteles de esta tendencia, temiendo ver abismado el individuo en una vaga generalidad, le atribuye una importancia exagerada, le da una independencia absoluta, opone la teoría de la forma á la teoria de las ideas, y si alguna vez se ve precisado á aproximarse á Platon, lo hace con pena.
Y así, desde el punto de partida aparece una oposicion completa entre el sistema de Platon y el de Aristóteles; la forma en lugar de la idea, es decir, la particularidad en lugar de la generalidad. Pero ya lo hemos dicho; esta oposicion se contradice algunas veces, porque la forma no puede permanecer siendo puramente individual, y porque la generalidad, que incesantemente aparece, se desliza en medio de la teoría de la forma. Arrastrado por la fuerza misma de las cosas, Aristóteles muda más de una vez de punto de vista, y se separa, por más que no quiera, del camino que se había trazado.
Hé aquí un vínculo que liga necesariamente á Aristóteles y á Platon; tan imposible era para Aristóteles suprimir la universalidad que se da en el mundo, como le fué á Platon suprimir los individuos, por más que á ello le arrastraba lógicamente su principio.
Si comparamos á Aristóteles con Pitágoras, tendremos la misma diferencia en la apariencia, pero en el fondo la misma relacion. Los pitagóricos no