probar los principios universales. Para asentar los principios más ciertos de lo que existe, es preciso tener conocimiento del sér en tanto que sér, y segun Aristóteles, el único que posee este conocimiento es el filósofo[1].
El exámen de los axiomas, es por consiguiente uno de los principales objetos de la filosofía.
Cualquiera que sea la extension de la filosofia primera, tiene sin embargo límites que es preciso indicar. La ciencia del sér en sí mismo, de sus propiedades y de sus modificaciones esenciales, no puede abrazar el estudio del sér accidental, ni examinar sus causas, porque el accidente no tiene causa propiamente dicha. Ninguna ciencia tiene en cuenta el accidente, porque el accidente apénas tiene más que una existencia nominal[2]. Basta estudiar la naturaleza del accidente y el modo de su existencia para convencerse de que no puede ser objeto de una ciencia. Lo accidental es lo opuesto á lo necesario; es una cosa que ni existe siempre, ni existe ordinaóriamente; es, por ejemplo, el frio en la canicula, es la curacion operada por el cocinero. El accidente no puede ser el resultado de una fuerza, de una potencia propiamente dicha, sólo tiene una causa accidental, y esta causa es la materia, en tanto que es susceptible de ser otra que lo que es ordinariamente. Es una causa vaga, incierta, que no puede ser cientificamente determinada. Lo accidental queda por consiguiente fuera de la ciencia.
Son verdaderas estas aserciones; sin embargo, es necesario precisarlas más. Es incontestable, que el accidente, en tanto que accidente, no puede ser objeto de una ciencia, y ménos de la filosofía que es la ciencia de los séres inmutables. Pero el sér accidental existe realmente en el sentido en que lo toma Aristóteles? ges cierto que no pueda referirsele á una causa necesaria, y entrar en el dominio de la ciencia? Esto parece evidente al hombre que no haga más que iniciarse en la observacion de la naturaleza. Una multitud de hechos se presentan que al parecer no pueden someterse á ninguna ley, á ningun principio; el desórden reina por todas partes. Pero á medida que la inteligencia se ensancha, que la observacion completa nuestros conocimientos, suprimimos poco á poco en el universo este inexplicable azar, esta propiedad oscura de la materia, que produce los séres accidentales, porque cada cosa tiene su ley necesaria, y todos los hechos que se realizan en la naturaleza, ya se presenten cada dia, ó ya se produzcan á largos intervalos, siguen inevitablemente esta ley; el azar no puede tener cabida en la armonía del universo. Verdaderamente no conocemos sino una sola causa de accidente, y esta causa no reside en la materia; es una fuerza, un poder activo, es la voluntad humana. Sólo es accidental lo que resulta de esta voluntad; todo lo demas es necesario é inmutable.
Sea de esto lo que quiera, Aristóteles está en lo verdadero, al afirmar, que el sér accidental no puede ser objeto de la filosofia. Sólo es de lamen-