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»Finalmente, en la parte de utilidad ó provecho que es el término á que se encaminan la conservación, orden é indicación de los archivos, puedo asegurar á V.E. con toda la fe de mi destino, que no hay ejemplar de que ninguna secretaría del despacho de Estado, tribunal, autoridad, academia, corporación ni persona particular, nacional ó extranjera, de cuantas han acudido á este archivo, en tan largo período, en busca de testimonios, copias y noticias de documentos para ilustración de sus derechos y trabajos literarios, haya quedado descontento de la urbanidad y buenos servicios de esta oficina, ni del orden y aseo que reina en el establecimiento, incluso el mismo monarca D. Fernando VII con su augusta esposa y serenísimos hermanos, sus ministros y muchos otros príncipes, personajes y literatos eminentes que en el transcurso de los 36 años últimos le han visitado...»

Tales fueron los trabajos y tales los resultados. No es necesario en verdad que insistamos sobre estos, cuando el estado de esplendor en que dejó Bofarull el archivo de la Corona de Aragón, el archivo modelo (según la expresión usada en las Cortes por D. Laureano Figuerola), se ha hecho ya proverbial entre propios y extraños.

De los innumerables testimonios que de este general convencimiento pudiéramos aducir, nos contentaremos con citar uno solo, el del ilustre Salvandy, quien en una comunicación oficial se complacía en recordar que había juzado por sus propios ojos el brillante estado del establecimiento[1].

  1. Véase más adelante en la enumeración de los títulos de Bofarull. Citaremos también, solamente por lo curioso, el homenaje hecho al archivo por otro famoso viajero. El día 26 de Junio del año 1844, Muhammed Fuad Effendi, enviado extraordinario de S. M. el emperador de los Otomanos á la corte de España, visitó el archivo general de la Corona de Aragón en compañía de su secretario y cuñado Kamil bey y del Sr. D. Gerardo de Souza, oficial de la secretaría de Estado, y al despedirse dirigió al archivero mayor del mismo D. Prós-