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dulce de mis esperanzas, porque me lisonjeaba con que despues de haber aprendido de tí lo que es la santidad y su contraria, podria salvarme fácilmente de las manos de Melito, haciéndole ver con claridad que Eutifron me habia instruido perfectamente en las cosas divinas; que la ignorancia no me arrastraria á introducir opiniones nuevas sobre la divinidad; y que mi vida seria para lo sucesivo más santa.