jóvenes, que es lo que podemos exigir de Nicias y Laques, y delibera con ellos explicándoles lo que tú piensas; porque respecto á mí, me falta la memoria á causa de mis muchos años, olvido la mayor parte de las preguntas que queria hacer, y no me acuerdo de mucho de lo que se dice, sobre todo, cuando la cuestion principal se ve interrumpida y cortada por nuevos incidentes. Discutid entre vosotros el negocio de que se trata, os escucharé con Melesías y despues hare: nos lo que creais que deba hacerse.
Nicias y Laques, es preciso examinar la cuestion que hemos propuesto, á saber: si hemos tenido maestros en este arte de enseñar la virtud, ó si hemos formado algunos discípulos, y si los hemos hecho mejores que eran; pero me parece que hay un medio más corto que nos llevará directamente á lo que buscamos, y que penetra más en el fondo del debate. Porque si conociésemos que una cosa cualquiera, comunicada á alguno, le podia hacer mejor, y si con esto adquiriésemos el secreto de comunicársela, es claro que debemos por lo menos conocer esta cosa, puesto que podemos indicar los medios más seguros y más fáciles de adquirirla. Quizá no entendeis lo que os digo, pero un ejemplo os lo hará patente. Si sabemos con certeza que los ojos se hacen mejores comunicándoles la vista y podemos comunicársela, es claro que conoceremos lo que es la vista y sabremos lo que debe hacerse para procurarla; en lugar de que si no sabemos lo que es la vista ó el oido, en vano intentaremos ser buenos médicos para los ojos y para los oidos, ni dar buenos consejos sobre el medio mejor de oir y de ver.
Dices verdad, Sócrates.
Nuestros dos amigos ¿no nos han llamado aquí, Laques, para deliberar con nosotros, acerca de qué manera