que no me dejaras marchar, y que me obligaras á dar mi dictámen, tengas ahora á bien no dejar marchar á Laques y Nicias, sin obligarles á que te respondan, diciéndoles: Sócrates asegura que no entiende nada de estas materias, y que es incapaz de decidir quién de vosotros tiene razon, porque no ha tenido maestros, ni tampoco ha encontrado esta ciencia por sí mismo; por lo tanto, vosotros, Nicias y Laques, deciduos si habeis visto algun maestro excelente para la educacion de la juventud. ¿Iabeis aprendido de alguno este arte? ¿ó le habeis encontrado por vosotros mismos? Si le habeis aprendido, deciduos quién ha sido vuestro maestro, y quiénes son los que viven entregados á la misma profesion, á fin de que si los negocios públicos no nos dejan el desahogo necesario, vayamos á ellos, y á fuerza de presentes y de caricias les obliguemos á tomar á su cargo nuestros hijos y los vuestros, y á impedir que por sus vicios deshonren á sus abuelos; y si habeis encontrado este arte por vosotros mismos, citaduos las personas que habeis formado, y que de viciosos se han hecho virtuosos en vuestras manos; pero si es cosa que desde hoy comenzais á mezclaros en la enseñanza, tened presente que no vais á hacer el ensayo sobre Carienses[1], sino sobre vuestros hijos y los hijos de vuestros mejores amigos, y temed no os suceda precisamente lo que dice el proverbio: hacer su aprendizaje sobre una vasija de barro[2]. Deciduos, pues, qué es lo que podeis ó no podeis hacer. Hé aquí, Lisímaco, lo que yo quiero que les preguntes, y no les dejes marchar sin que te contesten.
Me parece que Sócrates habla perfectamente. Ved, amigos mios, si os es fácil responder á todas estas pre-