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gando lo que deben aprender y la educacion que debemos darles para que se hagan hombres de bien, tanto cuanto sea posible. Alguno nos ha dicho que nada mejor para un jóven que aprender la esgrima, y para ello nos ha ponderado hasta el cielo á este hombre, que acaba de dar pruebas de su habilidad, y nos ha suplicado que vengamos á verle. Nosotros hemos creido que debiamos venir, y al paso traeros á vosotros, no sólo por el placer que pudierais recibir, sino tambien para que nos auxiliarais con vuestras luces, y para que pudiéramos deliberar juntos sobre la educacion de nuestros hijos. Hé aquí lo que queriamos comunicaros. Ahora á vosotros toca auxiliarnos con vuestros consejos, diciéndonos si aprobais ó desaprobais el ejercicio de las armas, ilustrándonos sobre las ocupaciones y la instruccion que es preciso dar á estos jóvenes; y en fin, declarando la conducta que vosotros mismos habreis resuelto observar.

Por lo que á mí hace, Lisímaco y Melesías, alabo en todo y por todo vuestro pensamiento; estoy dispuesto a tomar parte en esta deliberacion, y creo que Laques se prestará á lo mismo.

Tienes razon en lo que has dicho, Nicias; todo lo que Lisímaco acaba de decir de su padre y del de Melesías me parece perfectamente dicho, no sólo respecto de ellos, sino tambien respecto de nosotros y de todos los que se mezclan en el gobierno de la república; porque á todos nos sucede lo que acaba de decir, tanto sobre la educacion de los hijos, como sobre todos nuestros negocios domésticos. Has hablado admirablemente, Lisímaco; pero lo que me sorprende es que acudas á nosotros para consultarnos sobre este objeto, y no lo hayas hecho á Sócrates, que, en primer lugar, es de tu pueblo, y, en segundo, está consagrado por entero á estas materias relativas á la