presenta el general de ejército, es rechazada por Sócrates, pro exclusiva y por falsa.
Laques propone en seguida otra: el valor es la constancia. Pero Sócrates le prueba que la constancia sola, desprovista de prudencia y de razon, no merece el nombre de valor, y resulta ser una definicion demasiado general y por consiguiente falsa.
Nicias á su vez define el valor: la ciencia de las cosas que son de temer y de las que no lo son. Pero los médicos que saben lo que es y lo que no es de temer, los labradores que saben lo mismo con relacion á la agricultura, no por esto son hombres valientes. Aun cuando admitamos que lo sean, los adivinos que preveen todo lo que es ó no es de temer en la vida, deberian ser los hombres más valientes del mundo; conclusion evidentemente inadmisible. Pero no es esto sólo; si el valor es verdaderamente una ciencia, precisamente constituye un conocimiento universal de todo lo que es de temer y de esperar, es decir, de todos los bienes y de todos los males. Es así que esta ciencia aplicándose por su naturaleza á lo pasado, á lo presente y al porvenir, no es nada menos que el conocimiento absoluto del bien y del mal; luego el hombre que poseyese tal ciencia, no sólo conoceria una parte de la virtud, el valor, sino tambien todas las demás, la sabiduría, la piedad, la justicia, y se pondria fuera de la condicion humana, al abrigo de toda falta, y seria un ser perfecto y no el hombre valiente. De aquí se sigue, que el valor no ha sido aún definido, puesto que todas las definiciones propuestas están, por exceso ó por defecto, en desacuerdo con la idea misma de valor.
La última conclusion que debe sacarse de lo que queda dicho es que es difícil conocer la virtud, puesto que no es fácil formar idea de una de sus partes. La dificultad y la grandeza de la ciencia son las dos grandes verdades que la enseñanza socrática no se cansa de establecer.