legio de la ciencia del bien y del mal. Hé aquí la ciencia útil; y como la ciencia de la ciencia y de la ignorancia no es esta ciencia, es claro que no es útil.
En resúmen, la sabiduría no es la mesura, ni el pudor, ni la atencion para hacer lo que nos es propio, ni la práctica del bien, ni la ciencia de sí mismo: hé aquí lo que nos dice el Carmides. Pues entónces ¿qué es?; esto es lo que no nos dice. La razon es, porque el verdadero objeto de este diálogo no es definir la sabiduría, sino convencer á Carmides (es decir á los jóvenes en general) que no es tan instruido como cree serlo, para que de este modo nazca en su alma, con una justa desconfianza, el saludable deseo de indagar y buscar la verdad. Conclusion toda práctica, de un interés superior, y que Platon ha puesto en accion, si puede decirse así, al final de este diálogo, presentándonos á Carmides modesto y resuelto á someterse á los encantos de Sócrates.
En nuestra opinion, si se quiere formar una idea exacta del Carmides y del objeto que Platon se propuso, es preciso tener en cuenta el método de Sócrates, y presentarlo en toda su verdad. Su método comprende la ironía, de que se sirve Sócrates como de un arma para herir á los sofistas, y el arte de amamantar el espíritu de los jóvenes. En lo que no se han fijado bastante es, que en este arte hay dos partes muy distintas; en la primera conduce à la duda por la refutacion; en la segunda conduce al conocimiento por la induccion. Por lo pronto es preciso dudar; porque ¿cómo podrán tenerse nociones exactas si no se las busca? y ¿cómo se las busca, si se cree saberlo todo? Este es en general el error de la juventud: contentarse con semi-verdades y creer conocer lo que no conoce; sobre todo, este era el de la juventud ateniense en la época de Sócrates y de Platon, viciada como estaba por los sofistas. Cuando Sócrates se dirigia á un jóven, su primer cuidado era probarle su ignorancia, interrogándole