de que si sales de aquí vergonzosamente, volviendo injusticia por injusticia, mal por mal, faltarás al pacto que te liga á mí, dañarás á una porcion de gentes que no debian esperar esto de tí; tę dañarás á tí mismo, á mí, á tus amigos, á tu patria. Yo seré tu enemigo mientras vivas, y cuando hayas muerto, nuestras hermanas las leyes que rigen en los infiernos no te recibirán indudablemente con mucho favor, sabiendo que has hecho todos los esfuerzos posibles para arruinarme. No sigasa, pues, los consejos de Criton y sí los mios.»
Me parece, mi querido Criton, oir estos acentos, como los inspirados por Cibeles creen oir las flautas sagradas. El sonido de estas palabras resuena en mi alma, y me hacen insensible á cualquiera otro discurso, y has de saber que, por lo ménos en mi disposicion presente, cuanto puedas decirme en contra será inútil. Sin embargo, si crees convencerme, habla.
Sócrates, nada tengo que decir.