bien; porque entonces el tiempo todo entero no es más que una larga noche.
Pero si la muerte es un tránsito de un lugar á otro, y si, segun se dice, allá abajo está el paradero de todos los que han vivido, ¿qué mayor bien se puede imaginar, jueces mios? Porque si, al dejar los jueces prevaricadores de este mundo, se encuentran en los infiernos los verdaderos jueces, que se dice que hacen allí justicia, Minos, Radamanto, Eaco, Triptolemo y todos los demás semi-dioses que han sido justos durante su vida, no es este el cambio más dichoso? ¿A qué precio no comprariais la felicidad de conversar con Orfeo, Museo, Hesiodo y Homero? Para mí, si es esto verdad, moriria gustoso mil veces. ¿Qué trasporte de alegría no tendria yo cuando me encontrase con Palamedes, con Afax, hijo de Telamon, y con todos los demás héroes de la antigüedad, que han sido víctimas de la injusticia? ¡Qué placer el poder comparar mis aventuras con las suyas! Pero aún seria un placer infinitamente más grande para mí pasar allí los dias, interrogando y examinando á todos estos personajes, para distinguir los que son verdaderamente sabios de los que creen serlo y no lo son. ¿Hay alguno, jueces mios, que no diese todo lo que tiene en el mundo por examinar al que condujo un numeroso ejército contra Troya ó Ulises ó Sisifo y tantos otros, hombres y mujeres, cuya conversacion y exámen serian una felicidad inexplicable? Estos no harian morir á nadie por este exámen, porque además de que son más dichosos que nosotros en todas las cosas, gozan de la inmortalidad, si hemos de creer lo que se dice.
Esta es la razon, jueces mios, para que nunca perdais las esperanzas aún despues de la tumba, fundados en esta verdad; que no hay ningun mal para el hombre de bien, ni durante su vida, ni despues de su muerte; y que los dioses tienen siempre cuidado de cuanto tiene relacion con