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Si hay alguno que abrigue estos sentimientos, lo que no creo, y sólo lo digo en hipótesis, la excusa más racional de que puedo valerme con él es decirle: amigo mio, tengo tambien parientes, porque para servirme de la expresion de Homero,

Yo no he salido de una encina ó de una roca[1]

sino que he nacido como los demás hombres. De suerte, atenienses, que tengo parientes y tengo tres hijos, de los cuales el mayor está en la adolescencia y los otros dos en la infancia, y sin embargo, no les haré comparecer aquí para comprometeros á que me absolvais.

¿Por qué no lo haré? No es por una terquedad altanera, ni por desprecio hácia vosotros; y dejo á un lado si miro la muerte con intrepidez ó con debilidad, porque esta es otra cuestion; sino que es por vuestro honor y por el de toda la ciudad. No me parece regular ni honesto que vaya yo á emplear esta clase de medios á la edad que tengo y con toda mi reputacion verdadera ó falsa; basta que la opinion generalmente recibida sea que Sócrates tiene alguna ventaja sobre la mayor parte de los hombres. Si los que entre vosotros pasan por ser superiores á los demás por su sabiduría, su valor ó por cualquiera otra virtud se rebajasen de esta manera, me avergüenzo decirlo, como muchos que he visto, que habiendo pasado por grandes personajes, hacian, sin embargo, cosas de una bajeza. sorprendente cuando se los juzgaba, como si estuviesen persuadidos de que seria para ellos un gran mal si les hacian morir, y de que se harian inmortales si los absolvian; repito que obrando así, harian la mayor afrenta á esta ciudad, porque darian lugar á que los extranjeros creyeran, que los más virtuosos, de entre los atenienses, preferidos para obtener los más altos honores y dignidades


  1. Odissea, lib. 19, v. 163.