Todos son capaces.
Se sigue de aquí, que todos los atenienses pueden hacer los jóvenes mejores, menos yo; sólo yo los corrompo; ¿no es esto lo que dices?
Lo mismo.
Verdaderamente, ¡buena desgracia es la mia! Pero continúa respondiéndome. ¿Te parece que sucederá lo mismo con los caballos? ¿Pueden todos los hombres hacerlos mejores, y que sólo uno tenga el secreto de echarlos á perder? ¿O es todo lo contrario lo que sucede? ¿Es uno solo ó hay un cierto número de picadores que puedan hacerlos mejores? ¿Y el resto de los hombres, si se sirven de ellos, no los echan á perder? ¿No sucede esto mismo con todos los animales? Sí, sin duda; ya convengais en ello Anito y tú ó no convengais. Porque seria una gran fortuna y gran ventaja para la juventud, que sólo hubiese un hombre capaz de corromperla, y que todos los demás la pusiesen en buen camino. Pero tú has probado suficientemente, Melito, que la educacion de la juventud no es cosa que te haya quitado el sueño, y tus discursos acreditan claramente, que jamás te has ocupado de lo mismo que motiva tu acusacion contra mí.
Por otra parte te suplico ¡por Júpiter! Melito, me respondas á esto. —Cuál es mejor, ¿habitar con hombres de bien ó habitar con pícaros? Respóndeme, amigo mio; porque mi pregunta no puede ofrecer dificultad. ¿No es cierto que los pícaros causan siempre mal á los que los tratan, y que los hombres de bien producen á los mismos un efecto contrario?
Sin duda,