convenció, sin embargo, al sofista, que quiso sostenerse haciendo esta última objecion: que el valor es necesariamente una virtud distinta de todas las demás, puesto que es dado al más injusto y al más depravado de los hombres mostrar valor. Sócrates, valiéndose de razones que reproducen en el fondo ciertos pasajes del Laques, responde, que el valor, desprovisto de prudencia ó más bien de ciencia, no es el verdadero valor. El fondo del verdadero valor es la ciencia de las cosas que son de temer y de las que no lo son. De aquí se sigue, puesto que todas las virtudes forman una sola, que Sócrates parece contradecirse, convirtiendo la ciencia en condicion de la virtud. Si es una ciencia, se la puede enseñar, lo cual es una contradiccion patente con la conclusion que precede.
Sea que Sócrates no haya tenido por objeto, al fin del debate, más que probar á Protágoras que sabe mejor que un sofista defender y probar el pró y el contra, ó sea que se propusiera dejar sin resolucion la cuestion principal, es decir, si la virtud puede ó no puede ser enseñada, Sócrates rompe la conversacion, dirigiendo al sofista este último epigrama: quizá venga un dia en que llegue á saber que Protágoras es el más sabio de los hombres.