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De la invencion retórica.

confia de su anterior juicio. Si el contrario ha estado largo y fatigoso en su oracion, anuncia que tú no le imitarás; que serás más breve de lo que te proponias. Si el asunto lo consiente, podrás empezar con alguna cosa nueva, inusitada & ridícula, ora la improvises entónces, ora la traigas preparada, vg., un apólogo, una fábula, cualquiera burla; y si no fuere ocasion de gracejos, alguna novedad triste y horrible, que infunda suspension y pavor. Pues así como el fastidio y la saciedad en la comida se remedian con dulces ú con amargos,, asi el ánimo, cansado de oir, se templa do nuevo con la admiracion y con la risa.

He hablado separadamente del principio y de la insinuacion. Ahora pondré con brevedad las reglas comunes á lca dos. Debe tener el exordio mucha gravedad y sentencias, como que es la parte del discurso que recomienda más cl orador en el ánimo del oyente; pero no mucho esplendor, gracia y aliño, porque el excesivo aparato y diligencia hace sospechoso al orador y le quita autoridad.

Los vicios que más conviene evitar en el exordio, son que sea vulgar, comun, indiferente, largo, separado, trasladado o contra los preceptos. Vulgar es el que puede convenir á muchas causas. Comun, el que puede aplicarse lo mismo i una parte de la causa que á la contraria. Indiferente ó conmutable, el que con leve modificacion puede ser aprovechado por el adversario. Largo, el quo tiene excesivo número de palabras ó sentencias. Separado, el que no se toma de la misma causa ni es un miembro anejo á la oracion.

Trasladado, el que sale del proposito de la causa, vg., si se quiere hacer al auditorio dócil cuando conviene hacerte benévolo, ó si se usa del principio cuando debe usarse de la insinuacion. Todo esto es contra los preceptos, porque no produce ninguno de los efectos del exordio; no hace á los oyentes benévolos, atentos y dóciles, ó (lo que todavía es peor) los previene en contra.

Basta del exordio.